El
reflector paraboloide del micro tiene un diametro de entre 0,5 y 1 metro y es en su foco donde se coloca un
micrófono direccional (generalmente, un
cardioide de gran sensibilidad). El sonido llega a la cápsula micrófonica tras
reflejarse en la parabola.
EL mayor inconveniente de los reflectores paraboloides es que, a pesar de su gran sensibilidad, resultan ineficaces ante a
frecuencias inferiores a 300 Hz. Estos micros generan
ganancias de entrono a 15 dB, pero la curva de respuesta cae en los
graves, porque, a diferencia del
micrófono de interferencia, en lugar de rechazar el
sonido que no está en el eje principal; lo que hace es concentrar las
ondas sonoras, por lo que
colorean el sonido resultante.